Ilustración: Julián Villanúa
Erase una vez, en un precioso campo lleno de aromas y colores, vivían 2 gusanos de seda inseparables. Eran hermanos y se llevaban pocos días: el pequeño se llamaba Flap, y el mayor, Qilf.
Eran muy amigos, lo hacían todo juntos: comer hojas de morera, tomar el sol encima de enormes manzanas, hablar con la vistosa mariquitita o huir de la siniestra mantis religiosa.
Una mañana Flap se había despertado con una buena idea:
- Quilf ¿porqué no dejamos esta hoja de morera como un queso gruyère? Luego, cuando le dé el sol, podremos jugar con las sombras a topos que haga la hoja!
- Tengo frío- le comento Qilf- voy a ver si me envuelvo en ésta seda y descanso un poco...
Cuando volvió por la tarde, encontró a Quilf momificado…
Flap , muy triste, le esperó ahí durante días.
Estaba Flap con los ojos como platos, cuando por fin Qilf salió.
- ¿Debía llamar Qilf a “eso”? Se estaba preguntando Flap, cuando su hermano- con el ceño fruncido- empezó a mover las alas….
Qilf no sabía qué hacer, se puso nervioso y empezó a mover las alas, y cuanto más nervioso se ponía, más rápido movía las alas, hasta que se le empezaron a despegar las patitas de la rama. Después de dar unos cuantos bandazos, empezó a subir y bajar y a hacer piruetas…
…Y a reír a carcajadas!
Pronto descubrió el gusto del polen de 1000 flores.
Mientras tanto, Flap estaba muy enfadado ¡ese no era su hermano!
Tiempo después el hermano pequeño sintió el impulso de encerrarse sobre su seda. Necesitaba estar solo, hasta que unas semanas después necesitó salir de ahí. Rompió el nido, y cuando miró sobre su espalda, descubrió dos grandes y preciosas alas color violeta.
Pronto se reunió con su hermano Qilf, y probó las 1000 y una flores que había en el prado, y descubrió lo bueno que estaba el polen….
...Y la suerte de haberse transformado en mariposa!!
Cuando una persona se plantea un cambio, es útil preguntarse cómo va a afectar a las personas de alrededor, ya que el entorno puede influir, facilitar o interferir el mismo proceso de cambio.