Nuestra cultura (la cultura de occidente) valora un estilo de vida basado en la estabilidad (misma pareja, mismo trabajo, misma residencia) como fuente de felicidad. Si consigues novio/a, te casas, te compras una piso, logras un puesto indefinido, serás feliz.
Pero, y ¿si no logramos éstas metas? A cuántos de nosotros nos han dejado, despedido, nos hemos visto obligados de cambiar de piso?
Por otro lado, las personas que logran ésta estabilidad ¿SIEMPRE son felices, como nos habían prometido?
Si bien todos necesitamos una fuente de ingresos estable, no quiere decir que esta provenga del mismo puesto, o de la misma profesión. Si bien necesitamos dar y recibir amor, tampoco quiere decir que éste haya de provenir necesariamente de la misma persona (ojalá todos encontrásemos el amor de nuestra vida, pero la realidad nos dice que mucha veces esto no sucede, por lo menos a la primera).
Por otro lado, la vida también nos enseña: a medida que nos vamos haciendo mayores, vamos cambiando, y con ello van cambiando nuestro valores, prioridades, objetivos. Vivir en contra de estos cambios, manteniendo el estatus anterior nos puede generar conflicto, malestar.
Como cuando a un árbol se le caen las hojas, los cambios forman parte del ciclo de la vida: cada estación ocurre. Hay una necesidad de renovación, aunque la esencia siga siendo la misma.
La realidad es que la vida es cambiante per se como muestra nuestro ciclo vital: vamos cambiando física, psíquica y emocionalmente a lo largo de la vida. También nuestro entorno y circunstancias van variando a lo largo del tiempo. Por otro lado, en nuestra sociedad actual, los cambios son vertiginosos. No es como antes. Mientras la vida cambia, y nosotros también, no es raro que nos aferremos a ese ideal de permanencia pensando que así seremos felices. Además, nuestro cerebro es conservador, tendemos a mantener nuestro estatus quo: cambiar resulta incómodo e incluso amenazante.
La cuestión es cuando encontramos que hay una necesidad de cambiar, porque lo que tenemos ya no nos llena, o porque ocurre una situación ajena a nuestra voluntad que nos obliga a cambiar, podemos decidir luchar por recuperar las condiciones de bienestar que ya no existen, o bien aceptar que se ha producido ese cambio y facilitarlo. ¿Cómo? Aprovecharlo para buscar unas nuevas condiciones de vida que tengan más sentido para nosotros en la actualidad, que sean más ajustadas a nuestras necesidades y más afines a los valores de ésta etapa.
Esto es vivir a favor del cambio, fluir con él, sacarle partido aunque las despedidas sean dolorosas, aunque amemos el pasado que ya hemos dejado atrás y no va a volver. Usamos el movimiento del cambio poniendo una dirección que nos lleve a nuevos rumbos, a una nueva vida. Aprovechando el impulso del cambio para transformar, sanear y revitalizar nuestra vida como cuando a un árbol se le caen las hojas, para renovarse y fortalecerse.
¿Y todo para qué? precisamente para mantener ese bienestar que buscamos. El bienestar, la realización la vamos a encontrar jugando al juego de la vida, a través del movimiento, la aceptación, la adaptacion a las nuevas etapas y la proactividad para hallar dentro de ésa transformación aquello que necesitamos, que queremos para nosotros.
Y ése es mi papel, el de facilitadora. Es decir, colaborar para que la persona- con la ayuda de una serie de estrategias*:
- Tome conciencia de su situación, necesidades, de lo que quiere. A veces, la toma de conciencia es un 60% del camino hecho.
- Logre encontrar oportunidades/ alternativas para que pueda escoger aquéllas más adecuadas a sus intereses.
- Pase a la acción: se ponga en marcha y empiece a implementar los pasos necesarios para dar espacio a ése cambio y conseguir el reto.
- Use de manera más eficaz sus capacidades y recursos tanto para facilitar el logro de la meta, como para permitir despejar el camino de posibles obstáculos o incidencias...
*¿Cómo? a través de un amplio baúl de recursos como el Coaching, la Inteligencia Emocional, la PNL, Dinámicas y Formación (ver explicación de los mismos en el apartado "Servicios").
Pero, y ¿si no logramos éstas metas? A cuántos de nosotros nos han dejado, despedido, nos hemos visto obligados de cambiar de piso?
Por otro lado, las personas que logran ésta estabilidad ¿SIEMPRE son felices, como nos habían prometido?
Si bien todos necesitamos una fuente de ingresos estable, no quiere decir que esta provenga del mismo puesto, o de la misma profesión. Si bien necesitamos dar y recibir amor, tampoco quiere decir que éste haya de provenir necesariamente de la misma persona (ojalá todos encontrásemos el amor de nuestra vida, pero la realidad nos dice que mucha veces esto no sucede, por lo menos a la primera).
Por otro lado, la vida también nos enseña: a medida que nos vamos haciendo mayores, vamos cambiando, y con ello van cambiando nuestro valores, prioridades, objetivos. Vivir en contra de estos cambios, manteniendo el estatus anterior nos puede generar conflicto, malestar.
Como cuando a un árbol se le caen las hojas, los cambios forman parte del ciclo de la vida: cada estación ocurre. Hay una necesidad de renovación, aunque la esencia siga siendo la misma.
La realidad es que la vida es cambiante per se como muestra nuestro ciclo vital: vamos cambiando física, psíquica y emocionalmente a lo largo de la vida. También nuestro entorno y circunstancias van variando a lo largo del tiempo. Por otro lado, en nuestra sociedad actual, los cambios son vertiginosos. No es como antes. Mientras la vida cambia, y nosotros también, no es raro que nos aferremos a ese ideal de permanencia pensando que así seremos felices. Además, nuestro cerebro es conservador, tendemos a mantener nuestro estatus quo: cambiar resulta incómodo e incluso amenazante.
La cuestión es cuando encontramos que hay una necesidad de cambiar, porque lo que tenemos ya no nos llena, o porque ocurre una situación ajena a nuestra voluntad que nos obliga a cambiar, podemos decidir luchar por recuperar las condiciones de bienestar que ya no existen, o bien aceptar que se ha producido ese cambio y facilitarlo. ¿Cómo? Aprovecharlo para buscar unas nuevas condiciones de vida que tengan más sentido para nosotros en la actualidad, que sean más ajustadas a nuestras necesidades y más afines a los valores de ésta etapa.
Esto es vivir a favor del cambio, fluir con él, sacarle partido aunque las despedidas sean dolorosas, aunque amemos el pasado que ya hemos dejado atrás y no va a volver. Usamos el movimiento del cambio poniendo una dirección que nos lleve a nuevos rumbos, a una nueva vida. Aprovechando el impulso del cambio para transformar, sanear y revitalizar nuestra vida como cuando a un árbol se le caen las hojas, para renovarse y fortalecerse.
¿Y todo para qué? precisamente para mantener ese bienestar que buscamos. El bienestar, la realización la vamos a encontrar jugando al juego de la vida, a través del movimiento, la aceptación, la adaptacion a las nuevas etapas y la proactividad para hallar dentro de ésa transformación aquello que necesitamos, que queremos para nosotros.
Y ése es mi papel, el de facilitadora. Es decir, colaborar para que la persona- con la ayuda de una serie de estrategias*:
- Tome conciencia de su situación, necesidades, de lo que quiere. A veces, la toma de conciencia es un 60% del camino hecho.
- Logre encontrar oportunidades/ alternativas para que pueda escoger aquéllas más adecuadas a sus intereses.
- Pase a la acción: se ponga en marcha y empiece a implementar los pasos necesarios para dar espacio a ése cambio y conseguir el reto.
- Use de manera más eficaz sus capacidades y recursos tanto para facilitar el logro de la meta, como para permitir despejar el camino de posibles obstáculos o incidencias...
*¿Cómo? a través de un amplio baúl de recursos como el Coaching, la Inteligencia Emocional, la PNL, Dinámicas y Formación (ver explicación de los mismos en el apartado "Servicios").